Hay un momento
en que sube la dulzura brillante,
limpia revolotea,
se entrelaza y retuerce
dejando mi piel abierta
implota no dos veces
ni tres
cientos de remolinos desatados
gimiendo en ebullición...
hasta el llamado final...
una vez terminado el clamor
van deteniendo su vuelo
y como una leve llama
se extingue
deja de anidar en mí
luego de cavados los surcos,
de desnudarme por dentro
no soy la misma
ya no
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